Los simbolismos en tu libro

La vida está llena de simbolismos en los que no reflexionamos. Detenernos un instante a recapacitar en las cosas que damos por hecho al encontrar cierto objeto, situación o frase, puede sernos útil para diseñar nuevos símbolos en nuestras historias.

El simbolismo, como movimiento literario, tiene su origen en Las flores del mal de Charles Baudelaire. Pero fue Edgar Allan Poe quien marcó este movimiento definiendo la mayoría de las figuras literarias que se usarían después. Para 1880 esta corriente era sumamente popular entre los jóvenes debido a que ellos no encontraban tan enriquecedores las corrientes realistas. No obstante, en la actualidad no entendemos el simbolismo como en esos tiempos. En nuestra realidad, el tema es más sutil y está entrelazado con muchas otras corrientes que han dado vida a la literatura como la conocemos.

Comencemos por definir que en tu libro existirán dos tipos de simbolismos, los universales y los del autor. Un simbolismo universal es aquel que todos podemos reconocer sin necesidad de explicaciones porque éstos derivan de la cultura general. Por ejemplo, al ver un trébol de cuatro hojas todos sabemos que significa buena suerte. De igual forma, podemos intuir que un amanecer representa esperanza y renovación. Por otro lado, los simbolismos que el autor diseña para su libro si requieren de fundamentos bien explicados. Digamos que tienes un personaje con un trauma infantil debido a que su familia murió en un incendio. Lo último que ese personaje vio, antes de escapar del hogar en donde ardían sus parientes, fue el cuadro de un ancla que estaba en su sala. En el futuro, el manejo del ancla podría resultar una herramienta valiosa para representar su temor y culpa. Aunque en estos casos, te recomiendo no exagerar. Debe ser un tema delicado que el lector pueda captar mientras avanza, sin que esto se vuelva un recordatorio cansino.

Sin embargo, no todo es simbólico y no todos los símbolos son lo que parecen. Por ejemplo, hay quien dice que la Guerra de Anillo en El Señor de los Anillos es un símil de la Segunda guerra mundial. Si ves lo mismo que yo, querrás arrancarte los ojos por tal blasfemia. Los simbolismos, sobre todo cuando están creados por una mente privilegiada como la de Tolkien, están basados en la sutileza y la sensación que las cosas nos transmiten. No en burdos comparativos propios de un neandertal como: guerra grande y fea, seguro simboliza guerra grande y fea. Si bien, nadie duda que su experiencia en el campo de batalla le haya brindado ideas para plasmar ahí. Entonces, si nosotros, simples mortales, hacemos un libro en dónde una paloma de la paz significa la paz mundial ¿está mal? No, no. No quise decir eso. Si lo haces ‒y todos lo hemos hecho de alguna manera‒ está bien. Hay que comenzar por algún sitio, además solo aplicando ese tipo de recursos comprenderemos su utilidad. La esperanza está en que algún día, con los años, mejoremos y podamos realizar simbolismos más complejos.

También habrá profesores de literatura que te juren sobre la tumba de sus ancestros que las cortinas azules de tal obra simbolizan la tristeza del personaje. Pero ¡mienten! Aunque nos tenemos que detener aquí, porque sí hay un porqué en las cortinas. Químicamente el color azul nos genera una sensación de nostalgia y creatividad en el cerebro. El autor lo sabe consciente o inconscientemente por puro talento, y por ello tiende a generar escenarios favorecedores para sus escenas. Entonces, las cortinas no representan la tristeza sino que son una consecuencia natural para evocar la narrativa.

Soy la primera en alentarte a utilizar símbolos variados en tu relato ¡son vitales y hermosos! Darán profundidad y textura a tu libro. Pero ten presente que no todos los elementos del entorno tienen esa característica. La tendencia de sobreanalizar las obras es una peste de nuestros tiempos. En tu camino hallarás gente que jura tener una conexión telepática con un autor muerto hace doscientos años, y dicen, como si hubiera evidencia científica, que el escritor les ha revelado el secreto oculto de la servilleta caída en la página ochenta y cuatro. Según ellos, se trata de una metáfora de los sueños perdidos en la infancia, plasmados en la nívea superficie, ahora manchada con los restos del alimento de una sociedad capitalista que exige abandonar las ilusiones. Cuando detectes a alguien así, por favor, solo aléjate lentamente sin contradecirle; no sabemos cómo pueda reaccionar. Me imagino a los pobres escritores analizados revolcándose en sus tumbas por culpa de estos pervertidores de su arte. Pero bueno, sigamos adelante porque la ira se apodera de mí. Ja, ja, ja, ja.

El punto de este artículo es decirte que todas las obras deben tener detalles simbólicos, tienes que ser consciente de esto y meditarlo antes de ponerte a escribir. ¿Qué representa el protagonista? ¿Cuál es el símbolo de la meta final? ¿Qué cosas simbolizan su valor? O, realmente ¿de qué trata ese texto? ¿Es una analogía? ¿Una crítica social? ¿Una reflexión? ¿Una fábula? ¿Qué hay de fondo? El Señor de los Anillos ¿trataba de un hobbit intentando destruir una pieza de joyería? O ¿era una analogía del bien supremo y desinteresado, contra el mal egoísta? Además, ¿no tenía algo de crítica social contra la industrialización del mundo a costa de los recursos naturales? ¿De qué deseas hablar? Al principio tal vez te parezca complejo imaginar un motivo que no tenga nada que ver con tu historia, pero con la práctica verás que detrás de todas los relatos puede haber algo más. De hecho, confía en mí… aunque no lo sepas, ese trasfondo ya está ahí, solo debes descubrirlo. Después está el cómo lo narrarás para que lector casi no se dé cuenta de nada, y solo vea la hermosa historia que tienes para ofrecer. Al final el espectador se quedará con una profunda sensación de triunfo y satisfacción. ¡Es lo que ocurre cuando la historia ha sido profunda!


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¡Nos vemos! Te deseo mucha suerte.
¡Y que Calíope nos ampare!

Nydra Horos